En 1984 una gran nevada cayó sobre la
Patagonia e impactó sobre la economía de los pequeños productores
ganaderos. Retomando la experiencia organizativa de la Cooperativa
Ganadera Indígena, fundada en 1973 en Ingeniero Jacobacci por
integrantes del pueblo mapuche, grupos de mujeres artesanas se
nuclearon en cooperativas artesanales en Maquinchao, Jacobacci y
Comallo. Las mismas en esa primera instancia estaban vinculadas con
el Proyecto de Promotores para la Línea Sur, que dependía del
Obispado de Viedma de Monseñor Hesayne y era apoyado por MISEREOR.
Las tres cooperativas – llamadas
respectivamente Peñiwen, Artesanal Mapuche y Nehuenche- fueron
sumando nuevas socias de los pueblos y del campo, y pronto empezaron
a trabajar de manera conjunta. En reuniones mensuales, realizadas de
modo rotativo en distintos lugares de la Línea Sur a principios de
la década del ’90, comenzaron a debatir problemáticas comunes. En
esa época se hilaba lana vellón a huso y se teñía con anilina; a
partir de las reuniones se fue incorporando la tecnología del hilado
a rueca yalgunas artesanas retomaron la práctica tradicional de
realizar teñidos naturales con plantas de la zona.
Con el apoyo de la ONG Manos Unidas y
la mediación de Acción Educativa de Santa Fe, entre 1990 y 1991 se
construyeron y adecuaron locales para reuniones en las tres
localidades de la Línea Sur y se adquirieron elementos de apoyo a la
producción. También por iniciativa del Centro Mapuche y
colaboradores de Bariloche, se decidió instalar un local de ventas
en este centro turístico. El mismo funciona desde 1990 en la esquina
de Villegas y Moreno.
Con una práctica participativa,
durante esos primeros años las artesanas empezaron a debatir
cuestiones productivas tendientes a establecer criterios de calidad
para las prendas y fijar precios unificados para la venta en el
local. También se ensayó el hilado con lana top facilitada por el
INTA y se realizaron los primeros cursos de capacitación en telar y
en tejido a dos agujas dictados por integrantes de las mismas
cooperativas. En las reuniones periódicas y en las asambleas se
trataban además temas relativos a la organización del pueblo
mapuche y la lucha por la tierra, y problemáticas de género, dado
que la gran mayoría de las integrantes eran mujeres, que además
asistían a los encuentros con sus hijos.
La pequeña cabaña de madera, que atendía diariamente una compañera, debió ser trasladada en 1992. Luego de gestionarse una declaración de interés municipal de la Secretaría de Turismo de Bariloche, el local de ventas - “la casita”- se reubicó en el predio destinado a la feria artesanal de la ciudad, detrás de donde se encuentra actualmente.
La pequeña cabaña de madera, que atendía diariamente una compañera, debió ser trasladada en 1992. Luego de gestionarse una declaración de interés municipal de la Secretaría de Turismo de Bariloche, el local de ventas - “la casita”- se reubicó en el predio destinado a la feria artesanal de la ciudad, detrás de donde se encuentra actualmente.
En octubre de ese año se realizó la
primera muestra de organizaciones, cultura y arte mapuche en el SCUM,
en la que las artesanas tuvieron una activa participación, en
conjunto con el CAI (Consejo Asesor Indígena), organización que
muchas compañeras integraban. Un año más tarde, al retirarse quien
atendía el local, otras integrantes del grupo de Bariloche
mantuvieron el espacio de comercialización. Se gestionó también un
proyecto ante el INAI que brindó los fondos necesarios para
construir un nuevo local de ventas. Este se ubicó en el espacio
donde funciona actualmente, con apoyo de la Secretaría de Cultura
municipal.
Los cambios en la legislación
comercial y tributaria llevaron a considerar como mejor opción la
unificación en una sola entidad. Así nació en 1998 la Cooperativa
Artesanal Zuem Mapuche, en la que se fusionaron las tres cooperativas
pioneras y otros grupos de tejedoras no formalizados.
Zuem Mapuche fue miembro fundadora de
la Federación de Cooperativas de la Región Sur (FECORSUR), generada
a partir de encuentros y trabajos conjuntos previos de las distintas
entidades cooperativas de pequeños productores y artesanos de la
región. A lo largo de los años se preocupó constantemente por
mantener viva la cultura mapuche, mejorar la calidad de las prendas,
y colaborar con la economía de sus integrantes en una actividad
autogestionada y compartida en familia.
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